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3 de febrero de 2010

Al diablo las apariencias: ¡Nuestra soberanía vale mierda!


Si alguien tenía dudas acerca del por qué el ministro de defensa y vice-presidente Ramón Carrizález había renunciado; las dudas han sido despejadas certeramente con la llegada al país del sanguinario y genocida, Ramón Valdés. El ministro de Tecnología y Comunicación castrista, llegó al país vestido con su uniforme militar verde oliva, dizque para encabezar una comisión técnica que estudiará la crisis eléctrica nacional. Pura fachada y cuento de camino. En realidad el hombre es uno de los fundadores del servicio secreto cubano, el terrorífico G2; y ha desempeñado en Cuba múltiples cargos represivos desde el inicio de la “Revolución cubana”.
Según Pedro Corzo, presidente del Instituto de la Memoria Histórica de Cuba, en los años 60 cuando fue ministro del interior, encarceló a más de 70 mil personas. El número de fusilados bajo su pasantía por el ministerio, sigue siendo incierto. El sanguinario Valdés ha sido uno de los más fieles colaboradores del régimen castrista, y fue entrenado por la KGB (servicio secreto de la ex unión soviética) El sujeto es un desalmado que viene a controlar personalmente los servicios de inteligencia venezolanos, en momentos en los que el monarca caribeño se tambalea. Recuerden que si cae Chávez, cae Cuba. Para ellos es vital la permanencia del ex militar golpista en el poder.
Mientras el gobierno cubano se sigue apoderando de la nación, violentando nuestra soberanía de manera impune y con el beneplácito del traidor de Miraflores, los “pendejos” de la mesa de la unidad siguen discutiendo los pormenores de las ilegales elecciones parlamentarias de septiembre. Algunos lo hacen por infantilismo mediocre, otros por subsistencia tarifada, uno que otro por carecer del sentido de la historia, y la mayoría por simple malcriadez “democrática”. Son unos cobardes, y mientras el régimen les de una rendija de posibilidad electoral, seguirán legitimando al insidioso de Miraflores por los siglos de los siglos, Amén. Si son tan democráticos y desean el bienestar de la nación: ¿Por qué no lanzan al ruedo electoral a todos nuestros presos políticos de manera simbólica? Ni de vaina, primero yo, después yo, y después yo hasta el infinito.
Así como la autocensura se ha apoderado de la mayoría de los espacios periodísticos y comunicacionales de la nación (radio, televisión y prensa), pareciese que los gremios y las fuerzas democráticas del país, también se han autocensurado. Una semana de protestas estudiantiles sirvió para hacer catarsis, y ahora a bajar la cabeza de nuevo. A los estudiantes los dejamos solos, y ahora pagaremos las consecuencias de no haber salido a la calle indefinidamente con ellos hasta derrocar al tirano. No es suficiente el saber que se tambalea y que no tiene casi pueblo, hace una semana era el momento de ensartarlo y mandarlo para Cuba sin retorno. Allá hubiera decidido el propio Valdés que hacer con semejante elemento parlanchín y bufonesco.
Lo más seguro es que se lo hubieran entregado a los “gringos” para negociar una salida, ante el desmoronamiento del chavismo continental. Pero no fue así, ganó de nuevo la apatía, la rumba, el béisbol y la caña. Ahora nos tendremos que “calar” a un general cubano dirigiendo a nuestros propios militares, y mancillando el suelo patrio con sobrada altanería vilipendiosa. Poco a poco el “yo no creo”, o el “Venezuela no es Cuba”, se está convirtiendo en el: “Yo te lo dije”, o en el “No te lo puedo creer”.
Impunemente se ultraja el suelo donde hace apenas unas décadas atrás, nuestros valientes soldados murieron y derramaron su sangre defendiendo los ideales noveles y democráticos de libertad y pluralidad. Ese ejército que luchó y derrotó encarnadamente a las milicias invasoras cubanas con amor patrio y lealtad perruna. Ahora mismo, el país se ha subyugado ante una potencia comunista extranjera de manera pública y notoria en pleno siglo XXI. La sociedad hace mutis y la dictadura avanza carcomiendo las vísceras de una sociedad ensimismada y electorera. Valdés viene a terminar de torcer la voluntad popular de los venezolanos, con métodos represivos importados de vieja data y de gran efectividad. Ahora van por el Internet también y nuestras voces serán silenciadas cada vez más.
De ahora en adelante, los supuestos líderes democráticos del país, los militares (chavistas, no chavistas e institucionales) los distintos gremios de la nación, las universidades, y la iglesia católica, apostólica y romana, serán responsables de los acontecimientos sangrientos y represivos que se desencadenarán muy pronto en la nación. El haberle permitido pasivamente al dictador el emplazamiento de un general cubano en suelo patrio, nos costará lágrimas de sangre. Ramón Valdés es sólo el comienzo de un plan macabro y preconcebido que despojará definitivamente a Venezuela de sus últimos vestigios de libertad. El padre de la patria solloza en su sepulcro.
Antes era sólo un rumor, ahora es un hecho, hemos sido invadidos impunemente: ¡Nuestra soberanía vale mierda!
“No envainaré jamás la espada mientras la libertad de mi patria no esté completamente asegurada”
Simón Bolívar