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24 de febrero de 2010

Chávez se prepara para cubrir las vacantes en los cuarteles causadas por la deserción y la frustración.


El tan anunciado logro de la revolución bolivariana a través de la constitución del 99, mediante el cual “se anulaba el servicio obligatorio y el reclutamiento forzado”, “la dignificación del soldado y de la vida militar” tan promulgada por el Comandante Presidente posee hoy en día otro panorama real.
Las unidades militares marcan porcentajes rojos en materia de personal, en tropas, la deserción es la orden diaria puesto que la paga es insignificante, las promesas de ingresar a las escuelas de oficiales se convirtió en un fiasco y las cooperativas que las tropas alistadas iban a conformar se quedaron en proyecto; los niveles de operatividad en personal de tropa alcanzan apenas a un 37%, el ingreso de femeninas a las unidades ha conllevado a problemas graves de indisciplina y denuncias de abuso, maltrato y acoso, la pugna entre oficiales técnicos y de comando no cesa, las bajas en el sector de oficiales con énfasis en los pilotos no dejan de presentarse al punto que las sanciones, amenazas de revocarles las licencias de vuelo o la clasificación de “piloto militar” lo cual limita su campo de trabajo no se hicieron esperar, aunque ésto no ha detenido el éxodo profesional.
Visto así, el comandante presidente logró su objetivo de enrarecer el ambiente de cuartel, pero ahora, cuando más necesita de tropas ya estos no se presentan, las promesas, los castillos de viento que “pintan” los oficiales seleccionadores en las diferentes circunscripciones no incentivan a nadie y la campaña belicista del Presidente asusta a propios y extraños diciendo: “¡Qué va! En esa no me embarco yo”.
Hoy el panorama es desolador. La guerra se queda sin cuartel. Los venezolanos repudian el servicio militar y se refleja en la disminución de las personas que se han retirado de las milicias. Ya no asisten a los entrenamientos quienes ingresaron porque les prometieron hacer una cooperativa, que serían oficiales, que su fusil estaría en su casa y soñaban con un imperio pisoteado por los consejos comunales. Ya tampoco acuden a entrenamiento los funcionarios del SENIAT, PDVSA y otros institutos del Estado, que estuvieron utilizando el tiempo valioso de ejercer sus cargos, para jugar a la tropa venezolana, descuidando la productividad y conllevando a la situación de desidia actual del país.
El sueldo de 300 Bs.F., una alimentación precaria, desasistidos en el área médica y sin posibilidades de desarrollarse profesionalmente en cualquier área académica, son condiciones que no motivan al ciudadano común para unirse a la FAN. Como diría Rafael Caldera en su intervención en el Congreso después a raíz del 4F: “Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el alza exorbitante en los costos de la subsistencia, cuando no ha sido capaz de poner un coto definitivo al morbo terrible de la corrupción, que a los ojos de todo el mundo está consumiendo todos los días la institucionalidad”.
Pero Chávez necesita soldados. El Presidente, utilizando los recursos del Estado, incita y provoca en clara intención belicista al Gobierno de Colombia y al Imperio (aún desconocido) a emprender una campaña de agresión contra nuestro país. A la oposición también le ha tocado lo suyo cuando Chávez amenaza con que cualquier protesta será reprendida con contundencia.
En diferentes oportunidades, Chávez ha arengado a la ex - fuerza armada nacional, hoy Bolivariana, a prepararse para enfrentar “la bota del insolente agresor”, ha hablado sobre el poder bélico de la FAN, jugueteado con kalasnikov, lanza misiles Igla´s y otras chucherías que le han costado a la nación más de 3 millardos de dólares y endeudado con Rusia actualmente por otros 2 mil más.
Es referencia internacional la forma en que en el 2009, Chávez ordenó de manera inmediata la movilización de 10 batallones a la frontera, la imagen que le dio la vuelta al mundo de soldados montados en autobuses de expresos Valencia, con soldados cargando a cuestas colchones, bolsos deportivos y cuanto perol podía llevarse a su nuevo destino a enfrentar a un enemigo invisible contrastó con las fotografías, imágenes y videos de los ejércitos de Colombia en su lucha contra la narcoguerrilla o de los Hondureños ante la salida dormitada de Zelaya; soldados entrenados, apertrechados para una operación militar y entendidos claramente de una misión derivada de conceptos racionales.


En la gráfica que ilustra esta columna, se aprecia la soledad en una circunscripción militar del interior del país.


Los lugares destinados a la circunscripción militar en toda Venezuela permanecen solos porque ya nadie quiere pertenecer a la Fuerza Armada Venezolana. Por esa razón la Asamblea Nacional fabricó una Ley  para obligar al servicio militar.