El Comandante Resentimiento
Hay amigos que son tan amigos, que terminan siendo los peores enemigos Asimismo, hay irresolubles complejos, tan aferrados al alma humana, que terminan por destruir todo lo que tocan y que sin embargo, sin que le podamos conseguir explicación lógica o racional, siguen generando adherencias y solidaridades insostenibles. Uno de esos amigos a quienes nunca le decimos que no, porque siempre dice lo que queremos escuchar sin que nos contradiga en algo, sin duda es el Comandante Resentimiento. El Comandante Resentimiento es el hermano violento de la envidia, el que está dispuesto a aniquilar, a cobrarse la afrenta que cree real, aunque sepa que la ha magnificado, la ha inflado para hacerla relevante, para justificar la destrucción, que no tiene pie ni sentido.
El Comandante Resentimiento es aquél que pide armas en un velatorio para que haya más muertos que velar, más muertos que llorar, más niños enterrados. Definitivamente, no hay peor gobierno que el del Comandante Resentimiento. El Comandante Resentimiento es el único gobernante capaz de comprar alimentos descompuestos para vendérselos a su pueblo y hacer un negocio de la putrefacción. Y decir luego que cuál es el problema, que él tiene el poder para hacer que ese colectivo que llama su pueblo, se atragante de comida descompuesta y le sepa a manjar, porque el protervo verbo del patológico líder de los resentidos, es capaz de purificar en la violencia el alimento recrecido por las bacterias. El Comandante Resentimiento es el único gobernante capaz de proclamar orgulloso que está formando una fábrica de fusiles para darle un fusil a cada habitante de ese colectivo humano que llama su pueblo, porque un fusil es más necesario en su putrefacción atrabalaria que un pedazo de pan. Cuando el pueblo le pide agua al Comandante Resentimiento, éste le conecta el chorro de agua potable al vertedero de las cloacas y de la basura. Cuando el pueblo se baña y el agua pica, el Comandante Resentimiento le explica que eso ocurre porque usan mucho agua al bañarse, y que entonces allí llega, en la abundancia, el agua buena que es de un 85% y el agua mala que es de un 15%. ¿Cuál es el problema, si les regalo más agua buena que mala? ¿O es que ustedes, los criticones pacifistas de siempre, no saben contar?
Yo sigo preguntando a mi pueblo, ¿hasta cuándo vas a permitir que el resentimiento gobierne tu corazón y que te niegue el acceso a la razón? ¿Hasta cuándo vas a continuar sobresaltada porque no dormiste ayer, como me dijiste, porque un amiguito de tu hijo de 12 años que tiene14 años fue a buscar a los malandros del barrio para que le dieran una pistola para matar a tu otro hijo de 16 años y acabarlos a los dos, sin que su madre, tan resentida como tú, pueda ver que eres madre tan humilde como ella, y que vas a dejar de asistir al trabajo para evitar quedarte sin hijos en un barrio que no le importa eso porque esa violencia es nuestra y nos distrae el terror de los demás? ¿Cuándo, pueblo, vas a entender, que el circo de la calle que reproduce el Comandante Resentimiento cada día está más cerca de ser tu propia tragedia? Deja de ser público de galería del Comandante Resentimiento, salte de esa gallera. ¡Deja el resentimiento y comienza a amar y perdonar de verdad! ¡Libérate del peso del odio, que tus hijos merecen vivir en la prosperidad de la paz, vida y libertad y no en las miserias del odio, la muerte y la guerra!