QUIENES SON LOS VERDADEROS GOLPISTAS (PARTE 1)
Militares y civiles estuvieron involucrados en la segunda asonada que le dieron a Carlos Andrés Pérez en 1992. El plan de los insurrectos era establecer una junta de gobierno cívico-militar, compuesta por seis civiles y un militar de cada fuerza antes de llamar a elecciones. Se estima que fueron 800 millones de bolívares en pérdidas económicas.
El 27 de noviembre de 1992, el gobierno de Carlos Andrés Pérez sería amenazado, por segunda vez en ese año, por una intentona golpista. Los insurgentes adujeron como razones para promover el golpe, el fracaso de las salidas institucionales, a la crisis política desatada a partir del intento de golpe de Estado del 4 de febrero, a la falta de voluntad del gobierno para rectificar sus políticas y a las frustraciones ante la ausencia de disposición del alto mando militar para admitir y ejecutar reformas en la Fuerzas Armadas.
Las acciones comenzaron en horas de la madrugada y se prolongaron hasta las 5:00 de la tarde cuando, tras la rendición de los insurrectos, se produjo la suspensión de las garantías constitucionales para terminar con las acciones de calle y retomar el control social en la capital.
Los golpistas también hicieron suyas las razones expuestas por los golpistas de febrero, como el uso de las Fuerzas Armadas en la represión de los sucesos del 27 de febrero de 1989: la incapacidad del gobierno de Pérez; la corrupción de los altos mandos militares, su distanciamiento del resto de la oficialidad y de las tropas; la escasa atención a los problemas de capacitación, equipamiento y financiamiento de las FF AA. Los golpistas tenían planteado arrestar al presidente Pérez para sustituir al gobierno vigente e implantar una “auténtica democracia”.
El plan
El plan trazado por los alzados en armas era que una vez logrado el objetivo militar, el nuevo gobierno recaería en una Junta Cívico-Militar, integrada por seis civiles y cuatro militares, uno por cada arma. Los cargos de Presidente y uno nuevo de Primer Ministro de la Junta corresponderían, por votación entre sus miembros, a dos civiles. Los golpistas elaboraron una agenda de transformación nacional que abarcaba una multiplicidad de áreas, y tenían previsto convocar a elecciones “una vez logrados total o parcialmente los propósitos” de la misma.
El plan trazado por los alzados en armas era que una vez logrado el objetivo militar, el nuevo gobierno recaería en una Junta Cívico-Militar, integrada por seis civiles y cuatro militares, uno por cada arma. Los cargos de Presidente y uno nuevo de Primer Ministro de la Junta corresponderían, por votación entre sus miembros, a dos civiles. Los golpistas elaboraron una agenda de transformación nacional que abarcaba una multiplicidad de áreas, y tenían previsto convocar a elecciones “una vez logrados total o parcialmente los propósitos” de la misma.
Pérdidas
Iván Darío Jiménez, ministro de la Defensa, informó que los enfrentamientos dejaron 17 aviones averiados, cuatro aviones Broncos derribados y los daños a instalaciones militares ascendían 800 millones de bolívares aproximadamente. Cifras extraoficiales calcularon en 300 el número de muertos; en tanto que las cifras oficiales de fallecidos fueron de 142 civiles y 29 efectivos militares (171 personas en total). Se contaron 95 heridos castrences. Se detuvieron 500 personas entre oficiales y suboficiales y cerca de 800 individuos de tropa, además de 40 civiles.
Iván Darío Jiménez, ministro de la Defensa, informó que los enfrentamientos dejaron 17 aviones averiados, cuatro aviones Broncos derribados y los daños a instalaciones militares ascendían 800 millones de bolívares aproximadamente. Cifras extraoficiales calcularon en 300 el número de muertos; en tanto que las cifras oficiales de fallecidos fueron de 142 civiles y 29 efectivos militares (171 personas en total). Se contaron 95 heridos castrences. Se detuvieron 500 personas entre oficiales y suboficiales y cerca de 800 individuos de tropa, además de 40 civiles.
Involucrados
Además de los efectivos militares involucrados y de civiles de Bandera Roja y Tercer Camino, en las acciones también participaron 35 desertores del grupo Zeta, la organización de comando táctico más especializada de la Policía Metropolitana. Aunque en la jefatura del movimiento había representantes de las cuatro ramas, la Fuerza Aérea tuvo una participación decisiva en este intento. En segundo lugar de importancia se colocó el Ejército, pues de la Armada sólo se incorporaron los altos oficiales que dirigieron las acciones y 50 efectivos de la Unidad de Operaciones Especiales (UOPE). La Guardia Nacional no se hizo presente. Las operaciones militares en el Distrito Federal y el estado Miranda comenzaron desde las 4:30 de la madrugada del día 27. La rendición se concretó entre las 3:30 y 4:00 pm, en una comunicación enviada por los jefes golpistas al Ministerio de la Defensa. Los contralmirantes Grüber y Cabrera fueron conducidos a la sede del Ministerio de la Defensa, luego trasladados a la sede de la Dirección de Inteligencia Militar y finalmente recluidos en el cuartel San Carlos, en donde permanecieron hasta su liberación.
Además de los efectivos militares involucrados y de civiles de Bandera Roja y Tercer Camino, en las acciones también participaron 35 desertores del grupo Zeta, la organización de comando táctico más especializada de la Policía Metropolitana. Aunque en la jefatura del movimiento había representantes de las cuatro ramas, la Fuerza Aérea tuvo una participación decisiva en este intento. En segundo lugar de importancia se colocó el Ejército, pues de la Armada sólo se incorporaron los altos oficiales que dirigieron las acciones y 50 efectivos de la Unidad de Operaciones Especiales (UOPE). La Guardia Nacional no se hizo presente. Las operaciones militares en el Distrito Federal y el estado Miranda comenzaron desde las 4:30 de la madrugada del día 27. La rendición se concretó entre las 3:30 y 4:00 pm, en una comunicación enviada por los jefes golpistas al Ministerio de la Defensa. Los contralmirantes Grüber y Cabrera fueron conducidos a la sede del Ministerio de la Defensa, luego trasladados a la sede de la Dirección de Inteligencia Militar y finalmente recluidos en el cuartel San Carlos, en donde permanecieron hasta su liberación.