Recientemente, conversando con un amigo, acuñé una frase que espero no sea considerada original, esta fue: “Los venezolanos vivimos en el presente corrigiendo un pasado que fue y que no volverá, para ir al futuro” Tristemente, es así.
A un país, como organización social, se le hace un daño inconmensurable en la medida que sus ciudadanos no se forman para el futuro, sino para morar en el castillo de las dádivas y limosnas, valga decir, la repartición gratuita de dinero por parte del gobierno de turno. Eso ocurrió en administraciones anteriores y se repite de una manera más acentuada en esta administración.
Una nación es desdibujada, empresarialmente, cuando sus administradores no sancionan eficazmente los errores cometidos, originarios de pérdidas cuantiosas en equipos y bienes de capital; cuando se compromete el presupuesto organizado para un determinado plan de acciones públicas en otros planes distintas a los programados; cuando los operadores de los recursos no dan cuenta del balance de ellos, lo cual todo sujeto en labores de servicio público debe presentar.
Un Estado se convierte en un estorbo para el libre crecimiento de los individuos si sus gerentes ocasionales cambian todo, como quien se cambia de ropa interior.
Venezuela reúne esas tres condiciones. No vale la pena hacer un recuento para ratificarlo. Se caería en las trampas de la frase: “vivir en el presente corrigiendo el pasado para ir al futuro”.
Lógicamente, cada quien tiene una visión del futuro y a cada cual le gustaría que su patria sea como esa imagen futurista. Sin embargo, hay una comunión tácita entre muchos venezolanos en torno a cinco puntos fundamentales que son:
1. Se necesita tener un inventario real de los bienes de los cuales la empresa “Estado Venezolano” es propietario. No es únicamente saber su nombre, su dirección postal y dirección fiscal. Es también conocer cuál es su valor como “empresa en marcha”, independientemente de la opinión de la dirigencia política de turno. Las ideologías no tienen por qué afectar el rendimiento económico empresarial, sobre todo si, la empresa debe cumplir con sus obligaciones tributarias.
2. Se necesita un Estado dedicado única y exclusivamente a tres funciones principales: Impartir Justicia, sin distingo de credos, condición social, política, económica; Brindar a la población un servicio sanitario, óptimo y eficaz; Formar ciudadanos desde la escuela primaria. Como actividades secundarias, pero jerárquicamente en un segundo plano, está la recolección y buen uso de los tributos, la garantía de la seguridad personal de todos los venezolanos a través del control policial y la Contraloría del uso de los bienes propiedad de los ciudadanos venezolanos y no de la dirigencia de turno.
3. Se requiere un Estado cuyos dirigentes políticos y operadores de ella tengan una formación cultural, social, económica y espiritual del más alto grado de perfeccionamiento posible. No se requieren “porta aviones”, “Metros”, “autobuses” o cualquier otro sinónimo de transportadores de masas; lo que se solicita es que los dirigentes sean modelos a seguir por su conducta pública, eficiencia administrativa y respeto al prójimo.
4. Se necesita un Estado que respete al ciudadano como tal y no que lo considere un esclavo de sus ineficiencias. La libertad del individuo es una condición humana con la cual se nace y que ningún dirigente o líder político ocasional puede cercenar.
5. Se requiere un Estado que afiance los valores y referencias espirituales de su gente. Un Estado cuyos gobernantes no estigmaticen a los ciudadanos por alguna condición social, económica o política. Un Estado promotor del desarrollo social, económico, político y no un “castrador” de iniciativas.
La Venezuela del futuro está comprometida económicamente. Cada año utilizado para determinar si fue verdad que Bolívar murió o no envenenado por una picada de culebra, que Bartolomé de Las Casas le dio, o no, espejitos a los indios nuestros es tiempo perdido. Mientras la tecnología nos accede a formas de energía mas limpias, en Venezuela, la basura no se dispone y colecta adecuadamente.
Es necesario construir un excelente futuro. Uno, construido por venezolanos responsables de sus actos, amos de sus decisiones y no por los que estén a la espera lo que otros decidan.
Nelson Romero Díaz