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21 de febrero de 2011

La guerra se gana en el corazón de los soldados

La guerra se gana en el corazón de los soldados

Mientras se empiezan a encender alarmas por rebrotes de violencia en algunas regiones, algunos sectores de opinión la han emprendido contra el ministro Rivera, el mismo que – ¡casi nada! – lideró la operación que permitió la baja del sanguinario Momo Jojoy. Lo culpan –sumariamente a mi juicio– de incapacidad para liderar la política de seguridad del Gobierno Nacional.

Los ganaderos hacemos parte de esa voz de alerta sobre la inseguridad. Desde hace más de un año, en el programa de TV Expedición Ganadera y en diferentes medios de comunicación, hemos advertido sobre la presencia de las Farc en la Guajira, el abigeato en el Cesar y el accionar de las bandas criminales en Córdoba, que se suman a rebrotes de violencia en Cauca y Arauca, entre otras regiones. Así pues, la alerta es justificada, pero no necesariamente la inculpación al ministro. Pedir cabezas es un expediente fácil y da réditos políticos en época preelectoral, pero es más constructivo ir a las verdaderas causas.

El narcotráfico es la principal. Mientras subsista, serán inevitables los rebrotes de violencia por cuenta de sus bandas criminales o su alianza con la guerrilla. Por ello, antes de cuestionar al ministro, habría que revisar las relaciones con Estados Unidos, porque la "diversificación de la agenda" no puede sacrificar el tema de "la corresponsabilidad". Mientras los países productores continúan poniendo los muertos, la degradación social y ambiental, y el desprestigio a que se ve expuesta su fuerza pública en medio de una guerra sucia por naturaleza, el presidente Obama anuncia una nueva reducción de la ayuda contra el narcotráfico para 2012. Acabo de llegar de la ronda de negociaciones con Corea del Sur en Los Angeles, y produce indignación constatar el desvergonzado consumo de drogas de la sociedad estadounidense. Esto sin contar que el TLC con ese país, tampoco arranca.

Eso desmoraliza a quienes, a todo riesgo, se meten a la selva a buscar campamentos guerrilleros y laboratorios clandestinos. Y los desmoraliza también el nuevo riesgo que hoy enfrentan en el cumplimiento de su deber: la posibilidad de ser llevados ante los tribunales, sin que el Estado y la sociedad que les exigieron exponer sus vidas para preservar las de todos los colombianos, hagan algo por brindarles apoyo y una defensa adecuada.

Bajo la presión de personas y organizaciones que utilizan los derechos humanos como bandera política, el Gobierno terminó eliminando en la práctica la figura del fuero militar y las competencias de la Justicia Penal Militar, con lo cual les quitó a los militares el derecho a una justicia acorde con la realidad de la lucha contra todas las formas de violencia. Por ello, hay que restaurar la vigencia plena de la Justicia Penal Militar, con apego a la Constitución y con los controles que sean menester. Y en el entretanto, es urgente garantizar la defensa de los militares y policías ante la justicia ordinaria a través de la Defensoría de la Fuerza Pública. No olvidemos que "la guerra se gana en el corazón de los soldados", y es allí donde la podemos empezar a perder después de tan enormes esfuerzos, si el Estado y la sociedad no acompañan de verdad a quienes los están protegiendo.