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18 de febrero de 2010

Las 'bromas' de Hugo Chávez

Las 'bromas' de Hugo Chávez

Por Carlos Salas

Las 'bromas' de Hugo Chávez
¿Qué pasa en Venezuela? En sólo unos días los habitantes del país han visto cómo su dinero valía la mitad, cómo el ejército salía a las calles a cerrar tiendas y cómo la electricidad va y viene porque no hay luz para todos. No es broma. El diario caraqueño El Nacional en su edición web decía el miércoles de esta semana: "Cuéntanos tu experiencia con el corte de suministro eléctrico". Los venezolanos, de punta a punta, se habían quedado sin luz porque los generadores de la mayor presa del país, la de Guri, situada en el caudaloso río Orinoco, no daban abasto a la demanda porque el río se ha quedado sin agua.

Pero no es un fallo temporal, sino la nueva forma de vivir pues el presidente Hugo Chávez decretó el martes pasado que como no hay suficiente energía para todos, hay que cortar la luz cuatro horas al día. Una broma pesada.

El diario más influyente de Venezuela pedía a sus lectores que contaran su experiencia, y añadía: "Agradecemos evitar palabras soeces, descalificaciones y expresiones que estén reñidas con la Constitución y las leyes o inciten al desconocimiento de éstas". A pesar de que era una situación dramática, la web apenas recibía mensajes hasta que un internauta avispado, cayó en la cuenta y escribió lo siguiente: "Creo que van a haber pocos comentarios, y no porque la gente ya no quiera comentar, sino porque estarán sin luz".

Debería tener razón porque minutos después, en el mismo miércoles a las nueve de la noche hora española, los que quisieran leer esa noticia en la web del periódico se encontraban con una "página no disponible". Los cortes de luz habían llegado al diario.

Venezuela, sumida en el caos
El caos era terrorífico. Los comercios tenían que cerrar. Los contenidos de las neveras industriales se empezaban a pudrir. Los semáforos se convirtieron en vía crucis. Y con los barrios pobres a oscuras, la delincuencia se sentía como en medio de una pachanga. Al final, cuando comenzaron a llegar los espeluznantes informes del apagón, el presidente Chávez hizo lo que suele hacer en estos casos: destituir al ministro del ramo (el de Energía en este caso) y dar marcha atrás a la orden.

Con 28 millones de habitantes, una reserva de petróleo para dejar boquiabiertos a los árabes, inmensos recursos naturales en materias primas, ríos copiosos, selvas tupidas y un territorio que duplica a España, el país que preside Hugo Chávez atraviesa una de las peores crisis económicas de su historia.

El PIB ha retrocedido un 2,9 en 2009, la inflación es del 25% (bueno, la oficial), el bolívar se ha devaluado tanto que si el Libertador levantara la cabeza cambiaría el nombre a la moneda; la industria se ha evaporado, el país no produce casi nada y encima, después de México, se ha convertido en la meca del crimen: 10.000 asesinatos cada año. La mayoría son venganzas de bandas criminales que actúan en barrios pobres, así como robos con homicidio, tan normales como beberse una piña colada.

Un tsunami de calamidades provocado por Chávez
Hugo Chávez no ha podido detener este tsunami de calamidades porque él las ha provocado. En primer lugar, metiendo miedo a las empresas privadas amenazándolas con expropiar sus bienes, sus tierras y su producción. Y lo ha hecho con el café y otras industrias alimentarias. Resultado: los sustitutos que tenían que manejar haciendas y plantas industriales, tractores y almacenes, no sabían lo que significa la palabra planificación, y como decía un economista venezolano, los tractores hoy se pudren en el campo.

Como el libre mercado suena a demonio con tridente, Chávez ha pensado que los decretos y las leyes son más eficientes que "la mano invisible" de los emprendedores. Por legislar, ha legislado hasta el cambio del dólar, el cual por decreto se estableció en 2,15 bolívares hace un año, tras haber suprimido tres ceros también por decreto. Esto originó un mercado negro de divisas tan colosal que en las playas, los vendedores de coco cambiaban dólares a seis bolívares, y euros a nueve. Genial.

Coches de segunda mano, más caros que los nuevos
Las licencias de importación se conceden con tantas reservas que conseguir un vehículo requiere apuntarse a una lista de espera, que es más espera que lista. Como la inflación no detiene su galope, compensa comprar un coche y venderlo un año después a un precio aumentado. Con lo cual Venezuela se ha convertido en un país donde los coches de segunda mano valen más que recién estrenados del concesionario.

Los venezolanos que desean viajar al extranjero son sospechosos de atentar contra la divisa nacional y por ello Chávez solo les permite sacar 2.000 dólares al año, es decir, unos 1.500 euros. Eso da para un viaje y no más.

La idea de Chávez de fomentar la industria nacional tiene consistencia en su planteamiento. "95 millones de pares de zapatos importados en un año, y cualquier cantidad de artefactos eléctricos, ropa, útiles deportivos, juguetes, alimentos, medicamentos…Casi todo eso nosotros lo podemos fabricar aquí", dijo hace poco. Pero crear esas industrias hay que comprar maquinaria, y Venezuela no produce maquinaria para moler maíz, o tractores para segar la cosecha, ni cortadoras de cuero para zapatos.

Tipos de interés al 25%
Encima, con los tipos de interés al 25%, pedir dinero para emprender una aventura empresarial es casi un suicidio.
Cada vez hay menos cosas que funcionan en Venezuela. El precio de petróleo, por el que se pagaban 125 dólares a mediados de 2008, hoy está en 50 dólares. El crudo venezolano no es de la misma calidad que el árabe o el europeo, y por eso se paga a menor precio.

Acostumbrados a vivir del gasto público, las arcas del estado venezolano se han vaciado, y ya no queda dinero para renovar los generadores de electricidad de una de las mayores obras hidroeléctricas del mundo, la planta del Guri, en el río Caroní, el mayor afluente del Orinoco.
Chávez echa la culpa al Niño, el fenómeno meteorológico, pues ha dejado sin lluvias a Venezuela.

Culpa a los comerciantes de acaparar productos, y a los empresarios, de especular, y a los medios de comunicación de "engañar y manipular", para crear pánico en la población respecto al nuevo cambio de bolívar (4,3 por dólar), lo cual creó una ola de compras que vació los supermercados. Todos tienen la culpa, incluido Estados Unidos.

Pero la verdad es que el gran culpable ha sido Chávez por no haber sido capaz de crear una red de suministros que alimente al país, y una economía más sólida. No ha sido capaz de planificar. La prueba es que en su diez años de gobierno, no modificó el sistema de producción de electricidad, que dependía de un solo embalse, el Guri, que abastece a tres centrales y electrifica al 75% del país.

La 'ducha' socialista, de tres minutos
La sequía amenaza con dejar inactivas las turbinas, pero como no se creó nada adicional en diez años, no era broma cuando Chávez inauguró una nueva forma de ducharse, "el baño socialista", que consistía en estar no más de tres minutos bajo la alcachofa porque era la única forma de ahorrar agua y energía. Algunos ingenieros afirman que es muy raro que ocho de las 20 turbinas de Guri estén paralizadas, y que ello no se debe a la sequía sino a otros factores como malfuncionamiento, o falta de mantenimiento.

Es verdad que algunos de los problemas de Venezuela son endémicos o antiguos, pero se esperaba de un militar con todo el poder (el mayor que ha tenido alguien en ese país desde Bolívar), acabase con lustros de incompetencia, y décadas de corrupción. Nada de eso. Ni siquiera ha construido centrales de derivados del petróleo para amortiguar la dependencia hidroeléctrica.

Ahora bien, el éxito de Chávez consiste en haberse ganado a las clases populares. Quienes poco tienen, poco piden. La prueba es que cuando anunció los cortes de luz, prometió el mandatario que no afectarían al estadio de fútbol donde se celebraría un partido de béisbol, el deporte nacional. Gracias a Dios, dirían los venezolanos, por lo menos nos queda luz en el béisbol.

Esa es la broma de Chávez, claro que, en léxico venezolano, broma no es un chiste, sino una pifia

CORRUPCION E INCOMPETENCIA

Tal vez ya los lectores de este minicronista ni se acuerden ya de aquellas corbetas, dos creo que eran que el gobierno contrató con astilleros españoles para la Armada Nacional, allá por los comienzos de la gestión de Chacumbele.
Bueno, los dos barcos ya están terminados y flotando en las aguas españolas desde hace bastante tiempo. Pero no zarpan hacia acá. ¿Adivinan por qué? Porque no han terminado de pagarlas. Si mal no recuerdo el contrato era por unos mil millones de dólares, de los cuales no me han precisado cuanto se debe, pero debe ser "algodón", porque los españoles se niegan a mandar las corbetas si no les dan lo suyo. Me dice la "fuente", como dicen los periodistas, que el "faltante" se "perdió" en el camino.
¿Se lo cogió alguien? El señor que me echó el cuento no lo dijo, pero como anda de uniforme blanco y con unas charreteras que tienen varias "rayitas", debo suponer que sabe de lo que habla cuando hace tal afirmación. A este caballero no puedo identificarlo, claro está, pero si puedo citar de nuevo a Víctor Poleo, quien fue viceministro para la electricidad allá también en los comienzos del gobierno, y quien a cada rato menciona la circunstancia de que para el sistema de transmisión eléctrica fueron presupuestados unos 700 millones de dólares y la diferencia entre esta cantidad y los 155 millones ejecutados también se "extravió". Y ya que hablo de electricidad, ¿sabían ustedes que desde hace cinco años está en su caja, una planta eléctrica de no se cuantos megavatios, donada por Finlandia, que nadie se ha ocupado de montar? Y después Chacumbele quiere que le creamos que el problema es "El Niño".