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3 de noviembre de 2009

"COMO ME QUIEREN MATAR"



EL HUMOR NEGRO DE LAUREANO
Yo por mí, viviría en un rancho... ¡sabroooso!, sin  agua potable, cargando mi latica desde la pata del cerro y subiendo  en jeep, con mi despacho bajo unas láminas de zinc bien calientes y  piso e' tierra y alpargatas 
Pero como me quieren matar, me veo obligado a  protegerme, a permanecer en este repugnante palacio caminando sobre  alfombras carísimas y durmiendo en cuartos con aire acondicionado...  Yo no sé cómo lo soporto. Baño con  cerámica, agua caliente y caras porcelanas. Es que si no me vomito  cada vez que tomo una ducha es de vaina. 
Tengo que moverme  en un carro como con 500 guardaespaldas, sacrificando el sueño de mi  vida: andar en un volkswagen escarabajo  escoñetado y sin frenos; pero, por culpa de los  conspiradores, debo ir como me ven. 
¿Ustedes creen que a mí  me gusta esta limosina blindada
en la que uno puede estirar las  piernas y hasta recostarse un ratico y hacer siesta, con neverita de  agua fría Evian para refrescarse después de un caluroso contacto con  ustedes, mi pueblo, y botellitas de agua oxigenada para  lavarme las manos, no vaya a ser que el imperialismo haya contratado a alguna viejita para pegarme una magni-infección? Pues no, yo  detesto esta vaina, pero debo andar así por seguridad.

Cada  vez que renuncio a un chicharrón con pelos, no pienso en el  colesterol malo, sino en qué sería de este pueblo si a mí me da un  infarto, porque me imagino que sabrán que los chicharrones son una  estrategia de la CIA para joder a nuestros pueblos.

Qué más  quisiera yo que poder llevar un Cassio de pulsera plástica en mi  muñeca, de ésos cuyas pilas venden los buhoneros de El Silencio.  Pero desde que comenzaron los intentos de magnicidio, me veo  obligado a cargar un Vacheron Constantin cuya precisión me permite  conocer la hora exacta de un posible atentado. Su mecanismo,  sensible al pulso, ayuda a mis escoltas a saber, en ciertos momentos  de duda, si sigo vivo. Tiene una miniesfera en uno de los cuadrantes  que me permite, además, conocer la hora exacta en Washington D.C. ,  donde vive nuestro mayor enemigo, y una correa de cuero puro que  evita alergias y envenenamientos vía epidermis.

¿Ustedes creen que a mí me gustan estos paltós de  alta costura italiana y francesa?

¿La verdad? ¡me repugnan!... Lo que me dan es asco, esos  trajes cuya línea se mantiene en una caída impecable, el ajuste  perfecto a los hombros, el talle ceñido que estiliza la figura y esa  solapa gruesa y atacona. Dígame las corbatas italianas de seda,  suavecitas... ¡Qué ladilla, mano! Mi sueño  es andar con pantalón de kaki y franelita blanca. Pero claro,  desde que quieren atentar contra mi vida, me veo obligado a llevar  estos costosos trajes, porque es exigencia de la compañía que  fabrica los chalecos antibalas, que me dijo: 'con Monte Cristo se le va a notar'.

Eso es como las yuntas de oro: 'Coño, ¿no me  pueden amarrar esa vaina con pabilo?, les digo yo'. No, me dicen mis  asesores de seguridad, porque esos y que son GPS para conocer mi  ubicación en caso de eventual secuestro.

Dígame la comida.  Eso sí es un verdadero sacrificio. A mí no hay nada que me encante  más que un plato de pasta con Ketchup y un casabe mojado en Pepsi y  una arepa de aguacate a las dos de la mañana. Pero hubo que  contratar cocineros de máxima confianza y esos carajos no saben  preparar nada de esa vaina, sino platos musiúes: que si salmón fumé,  que si entrecote, que si escargots. Cómo añoro mis ensaladas con  vinagre Corona y aceite Vatel, no esta vaina que lo que sabe es a aceituna y un aceto balsámico de Módena, para posibles envenenamientos.

Todos estos sufrimientos, y muchos otros  que no quiero contar, sino que prefiero que permanezcan en el  olvido, con la humildad que me es propia, los hago por ustedes. Y yo  cuido mi vida no por mí, que soy una paja que arrastra el viento,  ¿qué importo yo y el sacrificio que hago de soportar las Incomodidades que he descrito? ¡Nada, absolutamente nada! Todos  estos padecimientos los resisto estoicamente por ustedes, mi pueblo,  para que ustedes mantengan ese nivel de vida revolucionario que yo,  tristemente, no puedo llevar.

QUE VIVA EL COMUNISMO PERO PA"  LOS PENDEJOS.