Disfraz de Bolívar
L os vítores del soborno lo coronan Padre de La Patria. Doscientos años después, el espacio inmarcesible del Libertador Simón Bolívar es suplantado por Hugo Chávez y sus ansias de perpetuarse en el tiempo.
Los coloridos actos del bicentenario, fueron secuestrados por un pomposo desfile militar en donde se elevaron consignas a favor del régimen totalitario y su comandante, en la desastrosa tarea de acabar con los inmensos recursos de la nación. Aquí llegó toda la cofradía de mandatarios que viven lactando en las ubres de Venezuela. Envueltos en la sinuosa máscara de la falsedad, se apersonaron todos aquellos que respiran gracias al valor de nuestras divisas. Dignatarios disfrazando su odio por la vida democrática, y enemigos jurados de la libertad de los pueblos. Es por ello que la diplomática guerrillera Piedad Córdova, se apareció en el acto solemne como enviada especial de aquellos que acaban con la vida de los inocentes. La agente de las FARC con la alegría de encontrar respaldo para sus amigos secuestradores.
La Asamblea Nacional convertida en ratonera. Las focas morbosas aplaudiendo a rabiar hasta agotar el libreto. Se deleitaron lamiendo botas hasta más no poder; se arrastraron como sanguijuelas en busca de quien les da de comer. Nunca habíamos visto mayor muestra de inmoralidad política. Unos poderes públicos mancillados en su honor, reducidos al pequeño espacio de servir de porristas de un evento cargado de superchería barata. Unos parlamentarios que no luchan por lograr beneficios para sus regiones, sino que optan por conquistar la mejor sonrisa del héroe del museo militar.
La sesión extraordinaria con motivo del Bicentenario, fue un ejercicio de la pequeñez del proceso. Individuos de ultratumba creyéndose que la historia emancipadora la escribió Hugo Chávez, que todas sus opiniones traídas de los cabellos, son de inspiración divina. Qué falta de talento lo de Cilia Flores, su disertación parecían las palabras de un alumno de las misiones. Su escasez de neuronas la hacen una patética muestra de lo mediocre que son los líderes del socialismo podrido.
El discurso de Cristina Fernández tan alejado de la realidad como su cutis marchito por las numerosas cirugías. Una pieza barata acoquinada de algún sesgo inteligente que se copió de los fragmentos estelares de excelentes tribunos argentinos como: Nicolás Avellaneda, del cual tomó algunos conceptos que asumió como suyos, demostrando que invitar a ciudadanos alejados de nuestra realidad histórica es un grave error. Claro, que en un recinto en donde pululan los mediocres. Esos hechos de relevante valor historiográfico son de poco interés para las focas golosas. Acostumbradas al aplauso fácil y a la negación hasta de su propia condición humana.
Hugo Chávez, parecía vivir su revancha con la vida. Miraba a los dignatarios extranjeros y recordaba que de humilde veguero llegó para disputarle a Simón Bolívar, su deidad como sostén de los sueños libertarios. Ahora, observa de reojo al caraqueño universal, y lo nota como cansado en sus proclamas. Es por ello, que quiere transformarse en él. Una especie de metamorfosis histórica que haga que ambos sean uno solo, como en el propósito de Dios.
Quiere abrazar la historia y vivir con ella. No anhela ser un presidente más, su verdadera vocación es someter a los pueblos a tener que soportar a semejante chafarote. Lo que sí le preocupa son las verdaderas batallas. Una cosa es creerse Simón Bolívar, y la otra en luchar en el campo del honor. Eso de luchar codo a codo con el adversario le trae amargos recuerdos. Cuando tiene que ofrendar sus ideas, sale en veloz carrera dejando a los demás tirados a su suerte. Huye con la debilidad entre las piernas, pidiendo perdón con los mocos hasta las rodillas, suplicando la clemencia que no tiene con sus adversarios.
Un desfile que parecía un circo multicolor. Soldados al frente en la búsqueda de un ideal que se pierde en el totalitarismo. El bicentenario construido para ensalzar al hombre que destruye el futuro de la nación. Un aniversario patrio que nos quiere hacer creer que Hugo Chávez representa los sagrados valores venezolanos. Nada se parece más a la trampa que aquel que desgobierna desde Miraflores.
Alexander Cambero