“La destrucción de la Fanb” podría parecer el título de una película, pero no lo es. Un análisis hecho por militares activos develó un supuesto plan, dirigido por Hugo Chávez, para controlar y eliminar progresivamente los componentes militares, que serían desplazados por las Milicias Bolivarianas.
El Operativo Águila 1, como es conocido, consta de 4 fases: la primera, el control del Alto Mando Militar, vía lealtad política; luego, el desmejoramiento de las condiciones sociales para generar la deserción de profesionales; después, generar un enfrentamiento entre oficiales y suboficiales (ahora profesionales de tropa) y, finalmente, fortalecer las Milicias.
“Destrucción progresiva”
La primera etapa del plan, según documentos internos, prevé la designación de generales en puestos clave de la administración pública que cuentan con partidas altas. Allí, el Presidente los obliga a mostrar lealtad al proyecto político y luego los ubica en cargos estratégicos que le permitan dominar la estructura militar.
“Si no se subordinan, los aparta”, señalan fuentes castrenses. El caso del general Raúl Isaías Baduel indican fue uno de ellos, que objetó la reforma de la Constitución en 2007 y terminó preso.
Para determinar cómo se instrumenta lo que definen como “la destrucción progresiva”, los oficiales hicieron un seguimiento al Alto Mando Militar, a quienes desempeñaron cargos importantes en la Comandancia del Ejército, los Grandes Comandos y Grandes Unidades de Combate en el caso del Ejército. Un ejemplo es el mayor general Euclides Amador Campos Aponte, nombrado comandante del Ejército después de haber integrado la junta directiva de la Cantv, en 2007, cuando tenía el grado de general de brigada.
Un análisis hecho por militares activos develó un supuesto plan, dirigido por Chávez, para controlar y eliminar progresivamente los componentes militares, que serían desplazados por las Milicias Bolivarianas.
El estudio incluyó a otros oficiales: el general de división Gerardo José Izquierdo Torres, comandante de la I División de Infantería en Maracaibo, que antes estuvo en Corpoelec; el general de división José Antonio Briceño Moreno, segundo comandante de la División de Infantería de San Cristóbal, antiguo comandante del regimiento Guardia de Honor (2006); el general de división Elvis Enrique Sulbarán Bastidas, comandante de la III División de Infantería y jefe del Estado Mayor de la Guarnición de Caracas, que provenía de la Comandancia de la Guardia de Honor Presidencial (2010), y, por último, el general de división Gustavo Enrique González López, comandante de la Milicia Bolivariana, que fue presidente del Metro de Caracas.
Un alto oficial afirma que el Jefe del Estado ha sido astuto, porque si los generales cometen algún hecho irregular, lo usa para someterlos y lograr su lealtad. “El plan ha resultado y por eso vemos cómo terminan siendo operadores políticos, oficiales que irónicamente hablan del artículo 328 de la Constitución que prohíbe a los militares obedecer proyectos políticos pero que defienden el socialismo y piden seguir a Chávez. El Presidente sabe que una fuerza profesional e institucional rechazaría su proyecto. Se sigue el modelo de Libia, donde se eliminó el Ejército regular y las milicias defienden a Gadafi”.
Si el Presidente no consigue la lealtad o teme que puedan “representar un peligro”, los generales son enviados a sus casas o a instancias castrenses de poca importancia. El general de brigada José Francisco Acosta Carles, por ser hermano del exgobernador de Carabobo Luis Felipe Acosta Carles (hoy adversario), fue designado comandante de operaciones del Ejército, cargo sin soldados bajo su mando y con una pequeña oficina en la Comandancia del Ejército. “No todos los generales están en las roscas”, señalan.
Sin derecho a reclamos
La segunda etapa del plan se relaciona con las condiciones sociales de la Fuerza Armada Nacional. Chávez se autodefine como “el jefe del sindicato militar”, sin embargo, durante 3 años no hubo un aumento salarial en los cuarteles. En 2010, autorizó 40% de incremento cuando la inflación acumulada en el último trienio fue de 120%.
“¿Cuál es el fin del retardo? Originar bajas. Cada año salen de las filas militares 1.500 profesionales; en 5 años pudieran irse 7.500. Así, se elimina la fuerza regular y se sustituye por las Milicias que obedecen a una ideología y a una persona”, advierten.
El Reglamento de Disciplina impide a los militares reclamar mejoras salariales. “Quien lo hace incurre en una falta grave y puede ser dado de baja”, precisan las fuentes.
La promoción de oficiales técnicos, más que una medida para suplir las vacantes, ha provocado conflictos en los cuarteles. Los profesionales, graduados en cinco años, no entienden la jerarquía, pues ahora son iguales que los técnicos. La solución sería que la Asamblea Nacional apruebe el nuevo reglamento disciplinario, sin embargo, fuentes castrenses aseguran que la norma no sale para mantener el enfrentamiento interno. “Divide y vencerás es su estrategia”, indican los voceros.